Tipos de trastornos alimentarios y cómo tratarlos

El verano se salda con un 25% más de trastornos alimentarios, siendo los más conocidos la bulimia y la anorexia, aunque existen muchos más. Conócelos y descubre cómo tratarlos.

6m 17s
Acierto

A pesar de que al verano acompañan múltiples beneficios, son muchas las personas que no llevan demasiado bien las altas temperaturas. Y no hablamos solamente del calor, sino del mero hecho de aligerar el vestuario y dejar al descubierto ciertas partes de su cuerpo. Sí, porque el aspecto físico y los kilos de más son motivo de preocupación para una buena parte de la población.

Las estadísticas hablan, y así lo han hecho en el último informe de Acierto.com, que arroja datos realmente preocupantes. Casi la mitad de los españoles aseguran haberse puesto a dieta alguna vez en la vida, y no solo eso, sino que hasta al 61,5% le preocupan las calorías que ingieren. Y si bien el 54% solo trata de llevar una alimentación equilibrada, un 7,5% cuenta las calorías que se lleva a la boca. Este comportamiento, por desgracia, podría acabar derivando en problemas más graves como los trastornos de alimentación.

Cada año, durante las primeras y últimas semanas del verano se produce un incremento de casos de personas que sufren este tipo de trastornos. La bulimia y la anorexia se postulan como las grandes protagonistas de los ingresos hospitalarios, sobre todo esta segunda.

Se estima que hasta 70 millones de personas en todo el mundo sufren patologías alimentarias, y que el 85% son mujeres. El perfil de afectado tipo, precisamente, es el de mujer joven entre los 13 y los 25 años, aunque se está ampliando y se ha apreciado un aumento del número de varones.

De hecho, más de la mitad de personas que se apuntan al gimnasio lo hacen por estética, para “lucir tipazo”, en lugar de ir motivadas por mejorar su salud. El culto al cuerpo y a la alimentación sana, la importancia de la imagen y la asociación de conceptos como la delgadez al éxito tienen mucho que ver, pero, por supuesto la autopercepción y disfunciones afectivas del propio paciente. Los trastornos de alimentación más habituales en este grupo son la vigorexia y la ortorexia.

En la antesala de su desarrollo solemos encontrar abusos sexuales, desestructuración familiar, dietas excesivamente estrictas y más. Los síntomas son variados y dependen de cada enfermedad concreta, pero en términos generales los pacientes emplean la comida como una forma de control o satisfacción. Las restricciones, ingestas compulsivas y los vómitos resultan frecuentes, lo que llega a condicionar gravemente la vida de aquellos que sufren este tipo de patologías.

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Trastornos alimentarios desconocidos

Más allá de la anorexia y la bulimia, existen otros trastornos alimentarios poco conocidos como la ortorexia, la diabulimia, la pregorexia, drunkorexia, la ingesta compulsiva, etcétera. De hecho los dos primeros se encuentran en pleno auge. Pero, ¿en qué consisten exactamente? ¿cómo podemos tratarlos?

  • Ortorexia: se trata de la fijación por “comer bien”. Los afectados controlan al milímetro la composición nutricional de lo que ingieren, memorizan calorías y tablas de forma compulsiva y llevan a cabo ciertos rituales (uno habitual es cortar los alimentos solo con cuchillos de cerámica). La consecuencia más inmediata tiene que ver con su sociabilidad -dejan de salir para llevar a rajatabla la dieta, y tienden a sentirse superiores por su forma de control-. A largo plazo pueden darse carencias nutricionales y otras parecidas a las que sufren los pacientes bulímicos y anoréxicos.
  • Drunkorexia: los pacientes dejan de comer para “poder beber” y “compensan” las calorías -incrementando las posibilidades de daño hepático-. Está muy ligado a la anorexia.
  • Pregorexia: la sufren aquellas embarazadas que tratan de no engordar durante la gestación por todos los medios, incluso a costa de poner a su hijo en peligro.
  • Diabulimia: la sufren los diabéticos que deciden prescindir de la insulina para adelgazar.
  • Potomanía: consiste en la obsesión por hidratarse. Los pacientes lo hacen hasta tal extremo que acaban teniendo desequilibrios electrolíticos, es decir, que afectan a los minerales que necesita su cuerpo para funcionar con normalidad. Es también un trastorno de la ansiedad multicausal.
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¿Cómo tratar los trastornos alimentarios?

Si bien un tratamiento temprano resulta primordial en la mayoría de enfermedades, todavía lo es más en aquellas que pueden alargarse en el tiempo y tienen implicaciones físicas y psicológicas devastadoras para el paciente. En el caso de los trastornos alimentarios, el reconocimiento del propio afectado será fundamental. De nada sirve decirle que tiene un problema, sino que se trata de hacérselo ver del modo más cariñoso y asertivo posible. Aquí hay que tener en cuenta que suelen ser perfiles con un nivel de autoexigencia muy alto.

El primer abordaje, además, deberá ser psicológico, pues los síntomas son solo eso: síntomas; la manifestación de que existe un problema más profundo se ha ido labrando, creando un trauma, desarrollo afectivo disfuncional…, que ha acabado afectando a la percepción de la propia imagen del enfermo. En cualquier caso, el tratamiento de este tipo de trastornos debe ser riguroso y generalmente es largo, a fin de lograr erradicar por completo aquellos sentimientos y pensamientos que llevaron al paciente a padecer el trastorno, evitando así la probabilidad de recaídas.

Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Minnesota demuestra que el hecho de compartir comidas en familia de forma frecuente, reduce el riesgo de que los adolescentes padezcan trastornos alimentarios como la anorexia o la bulimia. Recomiendan que, al menos, cinco veces a la semana los padres se reúnan en torno a la mesa para comer con sus hijos.

Anorexia y anomalías cardíacas

La anorexia nerviosa, enfermedad que se caracteriza por el miedo a ganar peso y por una imagen distorsionada el propio cuerpo, conduce a quien la padece a un grave adelgazamiento que surge debido a la dieta tremendamente estricta que sigue, y frecuentemente también acompañada de ejercicio físico excesivo.

La enfermedad no sólo produce alteraciones hormonales y un aumento del riesgo de infecciones, sino que también puede llegar a causar anomalías cardíacas que se agravan cuanto mayor es el grado de debilidad y desnutrición del paciente.

Diversos estudios apuntan que el corazón de los pacientes con anorexia es más pequeño de lo normal, puede ser menos elástico que uno sano, tener afectadas las válvulas y presentar anomalías del ritmo.

Cabe destacar que en su mayoría estas alteraciones cardíacas tienden a desaparecer cuando el paciente se recupera de la enfermedad y no suele dejar secuelas.

Si crees que puedes estar sufriendo un trastorno alimentario que controla tu vida y afecta a tus relaciones sociales, busca ayuda lo antes posible, ya que cuanto más tiempo pase más complicada resultará la recuperación total y más riesgo existirá de que el trastorno llegue a hacerse crónico o deje secuelas. No permitas que tu mente te controle. ¡Libérate!

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