¿Sabías que los complejos pueden llegar a ser tu principal obstáculo para tener una vida sexual plena? Descubrimos los complejos femeninos más frecuentes y te ayudamos a ponerles solución.
Mariola Báez Verdú 4m 2s
Son tus miedos más íntimos los que en ocasiones pueden paralizarte e impedirte disfrutar del sexo con la libertad que mereces. Muchos de esos temores e inseguridades tienen que ver con tu aspecto físico. Piensas que tal vez tu pecho es demasiado pequeño, que te sobra (o te falta) algún kilo o que él va a poder detectar algo de celulitis en tus muslos o glúteos. Otros complejos, tal vez más complicados aún, tienen que ver con tu propia actitud ante una relación íntima. Miedo a no ser como él espera, temor a tus propias reacciones o a tu respuesta sexual…
Estudios y encuestas demuestran que la mujer es, en general, terriblemente exigente consigo misma a la hora de mantener una relación. Queremos ser y estar perfectas para nuestra pareja y eso puede llegar a provocar insatisfacción (a ambos). Durante siglos la idea de que la mujer tenía que agradar y satisfacer las exigencias masculinas ha estado demasiado arraigada pero, afortunadamente, eso ha cambiado y ahora una relación plena se basa en algo tan simple como que los dos os sintáis a gusto dejando de lado complejos y disfrutando del otro tal como es, de manera espontánea y natural.
Aún así, los complejos son difíciles de erradicar y algunos de los más comunes que aún experimentan muchas mujeres son:
No soy lo suficientemente atractiva
Ese temor a "defraudar" en el momento de la relación es muy común. Los senos demasiado grandes, pequeños o no todo lo turgentes que nos gustaría, ese indiscreto "michelín" que con ropa se disimula, los glúteos algo caídos… En este sentido hay que cambiar la mentalidad y reconocer que nadie es perfecto (¡y ni falta que hace!).
¿Has pensado que a tu pareja le gustas como eres? ¿Crees que él no se mira al espejo y también puede ver algo que no le gusta de sí mismo? La naturalidad es básica para que la relación sea placentera para ambos. Aceptarte como eres y sentirte a gusto contigo misma es el primer paso para darte a otra persona desterrando cualquier complejo.
¿Actuaré de la forma correcta?
No hay "formas correctas" en una relación íntima. Olvida prejuicios, sé tú misma y habla con tu pareja de lo que os gusta, de lo que os apetece y de vuestras fantasías. Servirá para que os conozcáis mejor y disfrutéis de relaciones plenas. La inexperiencia o la falta de "práctica" no debe cohibirte. Con naturalidad todo irá sobre ruedas.
Miedo a tus reacciones físicas
Sobre todo en las primeras relaciones, muchas mujeres muestran temor ante la idea de cómo responderá su cuerpo durante la relación. Cada persona (hombre o mujer) necesita un tiempo determinado para que la excitación sexual se desencadene y, además, expresa sus sentimientos y sensaciones como quiere (por suerte, no hay un "manual de comportamiento"). Besos, caricias y preliminares son básicos para que la relación funcione. No dudes en dar y pedir lo que a los dos os apetezca y no bloquees tu mente con pensamientos negativos que se traducen en represiones físicas que dificultan la relación.
Rechazo a determinadas posturas o prácticas
Pensar la posibilidad de que él quiera algo que a ti no te guste puede convertirse en un freno psicológico para una relación especialmente si acaba de empezar. Esto no debe suponer complejo o temor alguno. Si te sientes incómoda bastará con que se lo digas a tu pareja sin que te asalte en ningún momento un sentimiento de culpa o frustración. Seguro que encontráis otras opciones placenteras para ambos.
Debo estar perfecta
Es otra obsesión muy habitual fruto de la visión poco real de una relación. En las películas (sin contar "El diario de Bridget Jones", film en el que Renée Zellweger luce unas bragas "kilométricas") la chica siempre lleva un bonito conjunto de ropa interior, sus piernas y axilas están impecablemente depiladas y además, se acaba de poner su perfume favorito.
En la vida cotidiana la chispa puede saltar en cualquier momento y puede que no estés tan perfecta como te gustaría. No pasa nada, él tampoco lo estará y un poco de sentido del humor siempre resulta favorable.